martes, 24 de mayo de 2011

El maniqueísmo

Comenzando el siglo III se extendió a través del oriente y en muchas partes del Imperio Romano.

Los maniqueos —a semejanza de los gnósticos y los mandeos— eran dualistas, creerían que había una eterna lucha entre dos principios opuestos e irreductibles, el bien y el mal, que eran asociados a la luz (Ormuz) y a las tinieblas (Ahrimán). Según ellos, Dios es el creador de todo lo bueno y Ahrimán el creador de todo lo malo. Posteriormente algunos maniqueos dualizaban la naturaleza del Dios y le otorgaron la cualidad de contener todo lo bueno y todo lo malo.
Doctrina
Los Maniqueos creen que el espíritu del hombre es de Dios pero el cuerpo del hombre es del demonio. En el hombre, el espíritu o luz se encuentra cautivo por causa de la materia corporal; por lo tanto, creen que es necesario practicar un estricto ascetismo para iniciar el proceso de liberación de la luz atrapada.
Desprecian por eso la materia, incluso el cuerpo. Los «oyentes» aspiraban a reencarnarse como «elegidos», los cuales ya no necesitarían reencarnarse más.
Buda y otras muchas figuras religiosas habían sido enviadas a la humanidad para ayudarla en su liberación espiritual.

En la práctica, el maniqueísmo niega la responsabilidad humana por los males cometidos porque cree que no son producto de la libre voluntad sino del dominio del mal sobre nuestra vida.

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